En japonés, la letra q y el número 9 son homófonos, los dos se pronuncian kyu, de manera que 1Q84 es, sin serlo, 1984, una fecha de ecos orwellianos. Esa variación en la grafía refleja la sutil alteración del mundo en que habitan los personajes de esta novela, que es, también sin serlo, el Japón de 1984. En ese mundo en apariencia normal y reconocible se mueven Aomame, una mujer independiente, instructora en un gimnasio, y Tengo, un profesor de matemáticas. Ambos rondan los treinta años, ambos llevan vidas solitarias y ambos perciben a su modo leves desajustes en su entorno, que los conducirán de manera inexorable a un destino común. Y ambos son más de lo que parecen. Como telón de fondo de la historia, el universo de las sectas religiosas, el maltrato y la corrupción, un universo enrarecido que el narrador escarba con precisión orwelliana.

Sookie Stackhouse es una camarera de un pequeño pueblo de Louisiana, una camarera con un inusitado poder para leer la mente. Pero su don es el origen de sus problemas. Siempre acaba sabiendo más de lo que le gustaría saber de la gente que le rodea, de todos menos de Bill Compton, porque la mente de Bill, un vampiro que trata de reinsertarse en la sociedad, es absolutamente impenetrable. Y cuando sus dos vidas se cruzan, el mundo de los amigos y compañeros de trabajo de Sookie, el mundo de los cazadores de vampiros, las bandas y los amorales vampiros de ciudad de Bill, pronto descubrirá que para ella ya no hay vuelta atrás. La aparición de un asesino en serie es la prueba definitiva para su confianza… porque ni siquiera ella sabe si Bill es su protector, o si se convertirá en su fatal asesino.