Este segundo libro recibe la misma nota que el anterior, aunque me ha gustado incluso más. En el primero ya se veía y había muchas escenas, pero en este he disfrutado mucho más de la complicidad entre hermanos. Si algo me gusta en los libros, y suelo encontrarlo sobre todo en este género, es el colegueo entre los personajes masculinos; y en esta saga -tres protagonistas, tres hermanos-, el colegueo está por todas partes.

—La tercera planta está llena de mujeres —le dijo Ryder con cierta amargura.
—¿Están desnudas?
—Una de ellas es mamá.
—Vale, borra lo de desnudas.

Las páginas de este segundo libro están llenas de complicidad entre los personajes, tanto las chicas como los chicos y también los padres de todos estos tienen una relación, una familiaridad encantadora que te hace reír con ellos, divertirte y entristecerte. Es realmente conmovedor.

En esta ocasión, el hermano protagonista es Owen, el meticuloso y detallista Owen cuyo amor de la infancia y mejor amiga de siempre es Avery, algo alocada y espontánea, pero fiel y confiable. Esta pareja también me ha conquistado, en este libro se demuestra que no hay que ser iguales, no hace falta ser una pareja perfecta para amarse.

—¿Qué tal va eso? —preguntó Clare—. El sexo.
—Simplemente mira esta cara. —Avery se señaló la cara con los pulgares.
—Satisfecha, relajada, feliz. Y un poco jactanciosa. Pregunta respondida.

Avery y Owen sufrirán dificultades en su relación: por un lado Owen necesita tenerlo todo planeado con antelación; por otro lado, Avery tiene un trauma de la infancia debido al abandono de su madre. Juntos tendrán que superar los obstáculos, mientras deciden explorar su nueva relación, a dónde les llevará y qué sienten realmente el uno por el otro.

—De verduras, solo come patatas fritas —le dijo Ryder—. Es muy tiquismiquis con la comida.

Como ya dije en la reseña del primer libro, el fantasma del hotel -Elizabeth alias Lizzy- me parece un personaje fundamental en la saga, no solo aporta un gran misterio a la trama (¿Quién fue? ¿Qué busca? ¿A qué está esperando?), sino que aporta romance, mucho romance. Realmente es ella la que une a todas las parejas, de forma sutil, con solo un empujoncito pero ahí está.

—¿Qué te ha dicho?
—Lo que era de esperar. Que tiene derecho a rehacer su vida. Es una mujer vita, Willy B. es un buen hombre, bla bla bla. A ver, tiene razón, pero aún así...
—Porque ella no se encontró a su madre y a Wily B. casi desnudos en la cocina.
Beckett suspiró y cerró los ojos.
—Gracias por añadir esa imagen a mi colección.
—Podíamos empezar a cambiarlas, como los cromos de béisbol.

En esta segunda parte Lizzy adquiere mayor importancia y su misterio aumenta exponencialmente. Se nota que solo queda un libro, y me figuro que este fantasma tan peculiar es el centro de todo, la columna vertebral que sostiene toda la historia. En el misterio se oculta la clave del tercer y último libro.