Emerett “Lake” Lakewood tiene el ego por las nubes y una vena dramática sin igual. Tras la boda de su mejor amigo, hecho que le rompe el corazón en mil pedazos, estima oportuno encontrar algo que lo distraiga, y qué mejor distracción que jugar a ser cupido.
De hecho, ya le tiene echado el ojo a un par de jovencitos que parecen más que dispuestos a enamorarse. Y tiene un plan infalible para liarlos.
Barbacoas.
Sesiones de fotos.
Recitales de poesía shakesperiana.
Lake lo tiene todo controlado. Es evidente que el amor está en el aire, es algo que salta a la vista.
Bueno, menos para Knight, el padre de su mejor amigo, que le pide que cese en su labor de casamentero y que deje que el amor siga su curso natural.
Lake siempre ha valorado la franqueza de Knight, pero, esta vez, se equivoca. Sin su poder de cupido, puede que dos corazones destinados a estar juntos nunca encuentren el amor. Y,
además, ¿qué sabrá Knight? Lake lo conoce desde hace siete años y, en todo ese tiempo, casi nunca lo ha visto salir con nadie. No sabe de lo que habla. Y eso que lo tiene todo: es sensible, amable, generoso y, para un tío de cuarenta y cuatro años, hay que reconocer que está buenísimo.
¿Por qué estará soltero?
De hecho, ya le tiene echado el ojo a un par de jovencitos que parecen más que dispuestos a enamorarse. Y tiene un plan infalible para liarlos.
Barbacoas.
Sesiones de fotos.
Recitales de poesía shakesperiana.
Lake lo tiene todo controlado. Es evidente que el amor está en el aire, es algo que salta a la vista.
Bueno, menos para Knight, el padre de su mejor amigo, que le pide que cese en su labor de casamentero y que deje que el amor siga su curso natural.
Lake siempre ha valorado la franqueza de Knight, pero, esta vez, se equivoca. Sin su poder de cupido, puede que dos corazones destinados a estar juntos nunca encuentren el amor. Y,
además, ¿qué sabrá Knight? Lake lo conoce desde hace siete años y, en todo ese tiempo, casi nunca lo ha visto salir con nadie. No sabe de lo que habla. Y eso que lo tiene todo: es sensible, amable, generoso y, para un tío de cuarenta y cuatro años, hay que reconocer que está buenísimo.
¿Por qué estará soltero?