«Quería encontrar una pareja con la que pasar Halloween y encontré a una persona con la que pasaría cualquier día, aunque no fuese Halloween».
Gabriel es… especial; de único, de particular. Si pudiera, se convertiría en un personaje de una película de Tim Burton. Le gusta Halloween, no solo porque es su cumpleaños, sino como forma de vida. Su mayor deseo es compartirlo con alguien que adore esa fecha tanto como él. ¿Acaso es mucho pedir? Hombre, mujer… Le da igual siempre que decorar calabazas, ver películas de miedo y oler a otoño esté en los planes. Gabriel quiere enamorarse, y hacerlo bien por una vez.
Hendrix le ha dado un descanso al amor. Cansado de ser un anfitrión cuyos visitantes llegan a su vida con fecha de caducidad, ha decidido que no quiere nada de romances ni de aventuras. Y mucho menos si el chico en cuestión es un bisexual sin experiencia obsesionado con las calabazas, las velas y sin filtro a la hora de hablar. No, se niega.
¿Existe el destino? ¿Hay parejas que han nacido para estar juntas? ¿O el amor es una carretera de doble sentido por la que hay que aprender a conducir? A veces, solo se trata de subirse al coche de la persona correcta.