Ana de Tejas Verdes es la primera de las nueve novelas en las que Lucy Maud Montgomery narra la vida de Ana Shirley, una niña de once años que deja el orfanato para irse a vivir a Tejas Verdes, la granja de los hermanos Cuthbert. Gracias a su carácter imaginativo, inteligente, alegre, fuerte y luchador, se gana no solo el corazón de su familia adoptiva, Matthew y Marilla, sino también el de todos los habitantes de Avonlea.
Megan y Cass han estado unidas por sus pinceles desde que tienen uso de razón. Durante años, mientras pasan los veranos en una cabaña a orillas de un lago, han creado arte juntas, con arena, haciendo garabatos y con cualquier cosa que tuvieran a su alcance. Pero entonces Cass se mudó a Nueva York.
Cuando Megan finalmente convence a sus padres para que la dejen ir a pasar una semana a la ciudad, Cass parece haber cambiado por completo. Ahora lleva tatuajes, la conocen todos los artistas de la ciudad, ¡hasta come patas de pollo! Al menos hay algo que no ha cambiado: el arte que crean juntas sigue siendo el mejor. Pero cuando una de ellas traiciona la confianza de la otra en la víspera del que va a ser su mayor hito artístico, ¿podrá su amistad sobrevivir? ¿Lo hará su arte?
Takemichi Hanagaki, un joven que sobrevive con trabajos a tiempo parcial, ve en las noticias que su novia del instituto ha muerto a manos de la más temible organización criminal, la Tokyo Manjikai. Actualmente vive en un piso viejo, con paredes finas como el papel, y trabaja en un videoclub en el que su encargada, seis años más joven, lo trata como un trapo sucio. No cabe duda de que el punto álgido de su vida fue la época de la secundaria, cuando tenía novia. Y justo ahora, que está en lo más bajo, ¡¡da un salto de 12 años hacia el pasado!! Para salvar a su novia, para cambiar esa vida en la que no ha hecho más huir... ¡¡para empezar de nuevo!!
August Mulvaney has always been exceptional. As the genius son of an eccentric billionaire, his off-putting behavior is often blamed on his high IQ. They say there’s a thin line between genius and madness. August is both—a brilliant professor loved by his students and a ruthless, obsessive killer tasked with righting the wrongs of a failing justice system. And he’s just found his latest obsession: Lucas Blackwell.
Lucas Blackwell was once the golden child of the FBI, using his secret talent as a clairvoyant to help put away society’s worst. Until, with a touch, he discovers his co-worker is a killer and his life falls apart. Now, the world thinks he’s crazy and that co-worker wants him dead. He seeks refuge at a small college, hoping to rebuild his life and his reputation. But then he runs into August Mulvaney. Literally.
August is immediately intrigued with Lucas and his backstory. He doesn’t believe in psychics, but there’s no missing the terror in his eyes when they collide in the hallway. Now, August has a problem. Lucas knows his secret, and August knows he wants Lucas. And August always gets what he wants.
Can he convince Lucas that not all killers are created equal and that having a psychopath in his corner—and in his life—might be just what he needs?
El mejor momento del día para Akamatsu, un macarra de instituto, es su cita para partirse los piños con Seven, un joven sin techo adicto a la limpieza que vive en el parque cerca de su casa. Después de observarlo en secreto, Akamatsu queda impresionado por la generosidad que demuestra hacia otros desfavorecidos y, para combatir las habladurías de las marujas del barrio, decide invitarlo a vivir con él: así ya no tendrá que limpiar sus calzoncillos en el baño público y ponerlos a secar a la vista de todo el vecindario. Seven acepta la propuesta seducido por la idea de tener lavadora, de modo que ambos se embarcan en la que será una plácida convivencia.
Adam Mulvaney lives a double life. By day, he’s the spoiled youngest son of an eccentric billionaire. By night, he’s an unrepentant killer, one of seven psychopaths raised to right the wrongs of a justice system that keeps failing.
Noah Holt has spent years dreaming of vengeance for the death of his father, but when faced with his killer, he learns a daunting truth he can’t escape. His father was a monster. Unable to ignore his own surfacing memories, Noah embarks on a quest to find the truth about his childhood with the help of an unlikely ally: the very person who murdered his father. Since their confrontation, Adam is obsessed with Noah, and he wants to help him uncover the answers he seeks, however dark they may be.
The two share a mutual attraction, but, deep down, Noah knows Adam’s not like other boys. Adam can’t love. He wasn’t born that way. But he refuses to let Noah go, and Noah’s not sure he wants him to.
Can Adam prove to Noah that passion, power, and protection are just as good as love?
