Tras una guerra Norteamérica queda convertido en Panem, un país dividido en doce distritos y gobernados por el Capitolio. Antiguamente eran trece distritos pero, tras la rebelión, el Capitolio destruyó el distrito 13 y creó un programa televisivo llamado Los juegos del hambre. Para los juegos cada distrito debe elegir a un chico y a una chica para que participen y entre los veinticuatro, el que queda vivo es recompensado con grandes riquezas. Los juegos son obligatorios y el Capitolio exige que sean tratados como una festividad, aunque todos saben lo que realmente significan: si os atrevéis a rebelaros, os ocurrirá lo mismo que al distrito 13.

El día de la cosecha, día en el que se eligen al chico y a la chica participantes, todo el distrito está obligado a ir la plaza donde se nombrarán los elegidos. Cuando Prim Everdeen es elegida como tributo su hermana mayor, Katniss, se lanza al escenario y se nombra voluntaria para protegerla, después el tributo masculino elegido es Peeta Mellark, el hijo del panadero, el mismo que un día hace muchos años la ayudó.

Personalmente me esperaba un libro más malo, había leído críticas muy buenas, pero el argumento me parecía demasiado similar a un manga que conocía y eso me daba mala espina, pero le tenía muchas ganas y al final decidí leerlo.

Aunque me gusta saber mucho sobre los personajes y el mundo sobre el que estoy leyendo, últimamente me parece que hay demasiadas sagas o trilogías -sobre todo en libros en los que las segundas partes se pueden ahorrar-, pero en Los juegos de hambre no. Cuando terminó el libro comprendí por qué necesita una segunda parte (de la tercera hablaré cuando me lea el segundo :D).

En el libro hay un poco de todo, algunas en pequeñas dosis y otras en mayores. Los juegos del hambre muestra un mundo cruel en el que la tiranía del Capitolio perjudica a todos los distritos excepto a los primeros (en los que la vida es más fácil y los tributos -aunque sea ilegal- se entrenan con orgullo para el día en el que llegue su turno en los juegos), los distritos no pueden relacionarse entre ellos y nadie puede salir de su distrito. Es bonito ver cómo Katniss conoce a Rue, una niña de doce años del distrito 11 con la que se alía. Peeta me da mucha lástima durante todo el libro, aunque he de admitir que Suzanne se las ha arreglado para crear a los personajes prototipo (el chico obviamente enamorado y la chica "algo despistada con respecto a esa clase de sentimientos") sin que resulte típico o absurdo gracias a la situación en la que están.

El final de Los juegos, la victoria, es una de las cosas que más me ha gustado.