AUTOR: Juan Manuel Peñate Rodríguez

Siempre he dicho que no soy muy de relatos. Se me hacen demasiado cortos, demasiado poca cosa. Pequeñas historias con potencial que se acaban demasiado pronto y me dejan con ganas de más en lugar de una sensación de satisfacción. Pero de Juan Manuel he leído solo cosas buenas y tenía ganas de probar alguno de sus libros. Cuando Lit, María y Pilar organizaron una LC para leer Insomnio no dudé en apuntarme. Tardé en ponerme con la lectura, pero admito que una vez empiezas a leer los relatos, es un no parar absoluto.

Este título está formado por cuatro relatos, uno de ellos dividido en dos partes. Todos ellos se caracterizan por un ritmo ágil e intenso, el autor se las arregla bien para dejar al lector con la incertidumbre de lo que está por venir, cosa no siempre fácil. Ningún relato se parece al anterior, lo cual es de agradecer, todos aportan una historia completamente diferente, y cada uno sorprede a su manera.

Nunca habías leído un libro, ¿me equivoco? Te espera un universo asombroso lleno de infinitas emociones.

El primer relato En el cine, nos habla de una pareja de novios y de la reticencia que tiene él para ir al cine. ¿Qué esconde? ¿Por qué su evidente aversión a ir al cine con ella? Esta historia es la que más me ha fascinado. Me ha sorprendido muchísimo, no sabía por dónde saldría Juan Manuel y con cada suceso nuevo me sorprendía más y más. Todo es impecable, desde los personajes hasta la ambientación y la historia. Sin duda, merece hacerse con Insomnio aunque sea solo para leer este relato. Diría que uno de mis favoritos, y una forma inmejorable de empezar con la lectura.

El segundo relato, Insomnio, está dividido en dos partes. Iba con grandes expectativas con este porque había leído a todo el mundo decir que era su favorito. Supongo que eso ha jugado un poco en mi contra. La historia de Jan, el escritor con insomnio que busca ayuda en una sustancia llamada El sueño azul, pero termina recibiendo una visita de lo más inesperada. Esta primera parte es entretenida, pero donde realmente se supera el autor es en la segunda parte, en la que nuestro protagonista conocerá a Nat y descubrirá una historia que lo cambiará todo para él. Por esta segunda parte he llegado a comprender por qué a todos les ha maravillado este relato, pero me mantengo en que a mí el primero me ha sorpendido más. Aunque este te deja con un sentimiento nostálgico por Nat que dice mucho de la habilidad del autor.

Siempre se ha dicho de los problemas que, o vienen de cuando en cuando para provocarnos altibajos y enseñarnos a valorar lo que tenemos, o vienen todos de golpe, como en el caso de Jan, una montaña rusa que desciende en seco y nos deja mareados con esa inseparable sensación de vértigo.

El tercer relato para mí es el más flojo. Vacaciones en el infierno nos narra la historia de tres marines, tres amigos que van al fin del mundo para estar juntos. Brian, Archy y Gilbert se conocen de toda la vida, allá donde va uno lo siguen los otros dos, así que cuando el primero decide enlistarse, los otros dos lo acompañan. Claro que lo que al principio era aventura y un impulso, termina siendo un absoluto infierno cuando estalla la guerra. La historia está bien, no digo que no, solo que después de los dos relatos anteriores, me ha sabido a poquísimo. Me he quedado algo fría al terminarlo, y lo que lo salva es el guiño final, la forma en la que entreconecta este relato con otros personajes anteriores.

Y llegamos al cuarto y último relato, La casita de piedra sobre la colina. Una vez más, nada que ver con los anteriores, pero de una forma inesperada y maravillosa. ¿Qué hay mejor que el primer y último relato de un libro sean los que más te gustan? En esta ocasión conocemos a Nick, un hombre que vive en un futuro lejano en el que la inteligencia artificial ha llegado a posibilitar vivir experiencias increíbles. En este relato el autor juega con las incógnitas de los límites ¿es la IA real? Y si no lo es... ¿qué ocurre con los sentimientos? La vida de Nick no será como la esperaba, pero hay cosas por las que merece la pena luchar, aunque todos piensen que estás loco.