Esta ha sido la primera película de mi 2020. ¿Qué mejor forma de empezar el año que con unas buenas risas? La verdad es que esta película no estaba en mi punto de mira, ni tan siquiera me suena haber visto nunca un trailer ni un anuncio... aunque supongo que cuando se estrenó algo debí de ver. Pero por una razón u otra, es de esas películas que no me habían llamado la atención.

Finalmente la terminé viendo por casualidad. Sencillamente, la emitían en la televisión y empecé a verla de refilón... y acabé pegada a la tele. Este tipo de comedias son lo que tienen: no son la octava maravilla, pero te enganchan y te hacen reír.

Me declaro fan de Leo Harlem, lo cual es un plus, pero en sí la película tiene momentos muy buenos. El problema de la comedia es que para gustos los colores. Admito ser muy fan de este género, la típica comedia absurda española conmigo funciona muy bien porque considero que hay momentos en los que viene de perlas; pero sé que hay a gente a la que este tipo de humor no le va... Si eres de esos, esta peli no es para ti. ¿Qué sentido tiene ver una comedia que no te hará gracia? Si, en cambio, como yo eres de risa fácil... ¡tienes un rato entretenido asegurado!

Argumentalmente la película es la tontería más grande del mundo, lo que, claramente, añade hilaridad a la cosa: se trata de un padre de familia caído en la ruina que promete a su hijo (quien antes lo tenía en un pedestal y la cosa, con la caído en la ruina y demás está cambiando) que si saca todo 10es le llevará en el mejor viaje del mundo... un viaje que con su situación financiera no puede permitirse.

Por supuesto, la trama es predecible hasta decir basta, pero lo principal (al menos para mí) cuando veo una de estas pelis no es tanto lo que pasa sino cómo pasa.