Es fácil de leer, ameno como todo lo que escribe la autora, y no viene mal si lo que quieres es desconectar. Pero el romance es considerablemente soso y para nada lo que me esperaba tras el primer encuentro de Atlas y Mila en el segundo libro.

Sí, me esperaba un enemies to lovers lleno de pasión y tensión sexual. Ambos demostraron ser de fuerte carácter, decididos y de lengua afilada, pero esa "animosidad" y la reticencia de Mila a los avances de Atlas duran, sin exagerar, un parpadeo.

No entiendo por qué generar el cebo de algo que luego no será.

Mila se resiste a mantener una relación seria con Atlas, pero ni sus razones ni sus intentos por mantener las distancias tienen la chicha suficiente para que sea una historia que marque. Sencillamente es. Se lee, entretiene y cumple su propósito, y luego la acabas y es de estas historias que dejas atrás y no vuelves a recordar porque ni la trama ni sus personajes tienen nada especial.

En esta ocasión el yoga también queda muy de lado. Una vez más, tenemos un cebo: el yoga nudista. Y, otra vez, se queda en poco más que un cebo. Una excusa para acercar sexualmente a nuestros protas, y es que apenas aparece como tal... Solo al comienzo y casi al final. El resto de la historia no orbita tanto alrededor del yoga como lo hicieron las dos primeras historias, por lo que pierde un poco la esencia de la saga.

En esta ocasión, me siento más interesada por los personajes secundarios (y próximos protagonistas), Moe y Clayton, pese a que apenas salen y los guiños a su próximo romance son breves.

No sé si la editorial seguirá publicando la saga, ya que cuando anunció estos libros solo vi confirmaciones de los tres primeros; espero que sí, es una saga entretenida con personaje variados y diferentes y el toque del yoga queda genial. Además, llegamos a ese punto de la saga en la que los distintos protagonistas de unen en una amistad que nos regala cameos y momentos geniales.